domingo, 14 de abril de 2013

Jesuitas y Templarios



  


Jesuitas o Compañía de Jesús, instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Fundada por San Ignacio de Loyola en 1534, la Compañía de Jesús fue confirmada oficialmente por el papa Pablo III en 1540. La frase emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam (en latín, ‘A la mayor gloria de Dios’) y su objetivo es el de difundir la fe católica por medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. En este campo, sus aportaciones han sido notables, tanto en el ámbito de la teología como en el de distintas disciplinas seculares.
Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a Tierra Santa para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra Santa se desvanecieron. En cambio, los jesuitas solicitaron al Papa una constitución que les permitiera realizar misiones a lugares que él mismo decidiera. Una vez aprobada la constitución, eligieron a Ignacio de Loyola como primer superior general.
La Compañía creció rápidamente y sus miembros tuvieron una actividad decisiva durante la Contrarreforma, especialmente en el transcurso del Concilio de Trento, así como fundando escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150 años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640, contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650; además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24 universidades. También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones, escuelas para los pobres.
Por lo que respecta a su aspecto misionero, la actividad de los jesuitas en este sentido tuvo también mucho éxito. Especialmente importante fue la emprendida por san Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el interior de China y por las costas de África. Las cartas que escribieron los misioneros jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de Paraguay. Eran comunidades de indígenas, gobernadas por los jesuitas. Allí, y durante casi 200 años, los jesuitas dirigieron un enorme grupo de indígenas, logrando fundar 32 poblados, con una población de aproximadamente 160.000 personas. Enseñaban métodos agrícolas siguiendo las tradiciones autóctonas, artes mecánicas y favorecían el desarrollo del comercio.
La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su labor, especialmente en los países católicos. La devoción que los jesuitas tenían por el Papado les costó una fuerte oposición por parte de los dirigentes de diversos estados. Igualmente, y debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero. La Compañía fue expulsada de diferentes países europeos (en España, por Carlos III, en 1767) hasta que, el 21 de julio de 1773, el papa Clemente XIV publicó la bula Dominus ac Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía. El rey de Prusia, Federico II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, grandes admiradores de la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se mantuvo hasta 1814, año en el que el papa Pío VII restauró canónicamente la Compañía. Ante este hecho, también volvieron a cobrar fuerza los grupos religiosos y políticos que estaban en su contra.

Misiones jesuíticas
Las misiones (...) se establecieron como un sistema de reducción indígena en una extensa área entre Paraguay, Argentina y Brasil a partir de una primera experiencia llevada a cabo en Juli (Perú) en 1576, y (...) concluyeron en 1767, con la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles por Carlos III.
Para la organización de estas misiones, (...) conocidas como 'reino jesuítico', se partió de la idea de que se trataba de una conquista espiritual, realizada al margen de los intereses de la encomienda, y por lo tanto en conflicto con la sociedad colonial. En 1639 se publicó la obra del padre Antonio Ruiz de Montoya, Conquista Espiritual, en la que se resumían todos los planteamientos teóricos. En 1609 se estableció la primera en San Ignacio Guasú, Paraguay, y le siguieron otras cuarenta fundaciones situadas en torno a los ríos Paraná, Uruguay y Tape que, a mediados del siglo XVIII contaban con cerca de 150.000 habitantes.
La población guaraní, seminómada, tuvo que variar su forma de vida y reunirse, bajo la dirección de los religiosos, en pueblos de indios dispuestos en torno a una plaza en la que se celebraban todos los acontecimientos públicos. En ellos las viviendas colectivas sólo servían para almacenar los enseres, ya que la vida transcurría al aire libre. Estos pueblos contaban con iglesia, colegio, talleres de diferentes oficios artesanales, hospitales, cementerios y casa para viudas y estaban rodeados por tierras dedicadas al cultivo intensivo, especialmente de la yerba mate, que era uno de los elementos fundamentales del comercio, libre de impuestos, con la sociedad colonial. La economía se organizaba a partir del trabajo y la participación comunitaria de los bienes y el intercambio se establecía a través de la reciprocidad entre sus miembros y los diferentes pueblos. El guaraní fue la lengua empleada para la enseñanza y la práctica de la doctrina cristiana.

Los jesuitas y los templarios
Ambas instituciones tienen una historia común con el Vaticano      . 
Hay que ver lo que son las cosas, cuando algo para la Iglesia no existe no significa que no exista, ni tan siquiera dentro de ella misma, porque hablar de algo ya significa contemplar su existencia, de lo contrario, hablar de algo que no existe y generar documentos sobre ello es de imbéciles, y la Iglesia no es que sea imbécil precisamente, sino todo lo contrario, ha demostrado ser muy inteligente, tanto que, como dijo ese Cardenal, "como van a acabar con la Iglesia si ni siquiera nosotros hemos podido en 2000 años", y eso son palabras de Cardenal.

Digo esto porque a semejanza de la Orden del Temple, en el siglo XVIII diversos gobiernos europeos decidieron acabar con la Compañía de Jesús, por su poder político, financiero y su absoluta lealtad al Papa. Incluso como en el caso de los Templarios, muchos religiosos se sumaron a esa caza del jesuita

Fue el periodo llamado como Despotismo Ilustrado, en el que los Borbones por un lado junto con la monarquía portuguesa intentaban crecer y hacerse fuertes a costa de debilitar a la Iglesia de Roma.

Los Jesuitas eran vistos como una fuerza no religiosa, sino casi militar, con un General por cabeza suprema, el Superior General de la Compañía de Jesús, y con una ambición absoluta de poder, como Napoleón nos deja escrito en sus memorias.
Portugal los expulsa en 1.759, encarcelando a casi doscientos jesuitas. Francia, para no ser menos, y con el antecedente de los Templarios, los embarga de sus bienes y los disuelve en 1.763. España los expulsa con la Pragmática sanción en 1.767 y también los embarga, para que al final, otro Clemente, (ver el paralelismo con nosotros a los que nos tocó Clemente V), esta vez Clemente XIV no se ve con fuerzas para aguantar la presión de esos países europeos y cede cobardemente ante ellos decretando la desaparición de la Compañía de Jesús, de los jesuitas, en 1.773 mediante la Bula Dominus ac Redemptor, apresando y encarcelando a su General y su Consejo, (otro paralelismo con el Temple), siendo solo Rusia y Prusia quienes recogen y protegen a los jesuitas que hasta allí escapan buscando refugio, (como pasó con los Templarios que llegaron a Escocia y a Portugal).
Curioso ¿verdad?, al igual que la Orden del Temple, la Compañía de Jesús no existía, dejó de existir porque la Iglesia, porque el Vaticano quiso al no saber resistirse a los poderes monárquicos de algunos países europeos.
¡¡¡¡¡ Cuantos dirían ufanos dentro y fuera de la Iglesia que la Compañía de Jesús ya no existía!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡CUANTOS LES NEGARÍAN EL PAN Y LA SAL!!!!!!!           
Seguramente de la misma calaña de los que ahora gritan a los cuatro vientos que la Orden del Temple no existe, pero sorpresa, en el año 2013 el actual Papa es un jesuita, un miembro de la Compañía de Jesús. ¿Alguien puede afirmar que dentro de unos años un Templario no podría llegar a ser el Papa de Roma? ¿Alguien está seguro de que cuando la Iglesia dice que algo no existe, simplemente por decirlo la Iglesia es verdad?
Ni la propia Iglesia romana está segura de eso, ni en el vaticano saben que existe o que no, sencillamente su soberbia y orgullo les prohíbe aceptar lo que el tiempo les obliga a rectificar, pero aun así continuarán diciendo que rectifican por sabios.
Lo mismo cuando se reza... no repetir como loros, no ABURRIR al personal en los cielos que debe escuchar todo el tiempo el mismo rollo. La Fe es alegría, la vida es una fábula y Dios te espera del otro lado siempre, seas quien seas.